De la prohibición a la censura, las atletas siempre
desafiaron a su época. La transición hacia el profesionalismo y como la moda se
convirtió en un símbolo de empoderamiento. La importancia de Coco Chanel
Por Juan Batalla 13 de agosto de 2016
La evolución de la moda femenina desde 1900 hasta
Río 2016
Los Juegos Olímpicos modernos se realizaron por
primera vez hace 120 años, en Atenas 1896. Fue el inicio de un evento que, cada
cuatro años, abstrae al planeta, tres semanas en que la élite del deporte
internacional emociona con su entrega, sorprende con sus récords y entretiene a
través de su estética.
En sus inicios, durante el siglo XIX, la práctica
deportiva estaba asociada a los hombres y cuando una mujer intentaba realizar
alguna actividad competitiva se la asociaba -y acusaba- de falta de femineidad.
Sin embargo, ellas comenzaron a formar parte del máximo evento deportivo
durante la segunda edición, en París
1900, en cuatro deportes: tenis, golf, yachting y croquet. Era el
comienzo de un nuevo siglo, de una nueva era.
La inglesa Charlotte Cooper fue la primera en ganar
un certamen, pero nunca recibió una medalla dorada, ya que esta tradición
comenzó 4 años más tarde, en San
Luis, Estados Unidos. Además, "Chattie" -que ya había ganado 3
veces seguidas Wimbledon- obtuvo una segunda "medalla" en la
disciplina de dobles mixto, junto a su compañero Reginald Doherty.
Charlotte Cooper, la primera mujer en “colgarse una
medalla”
En esta era, los uniformes masculinos utilizaban
pantalones anchos hasta las rodillas y remeras con -o sin- chalecos de algodón,
mientras ellas debían llevar polleras largas y siempre blancas, ya que este
color además de transmitir pureza era el "obligatorio" si se deseaba
mostrar pudor, como a su vez ocultaba las "vergonzosas" aureolas
causadas por la transpiración.
Durante las ediciones de 1904 y 1908 (Londres), las mujeres pudieron mostrar sus
habilidades en tiro con arco. La disciplina -en su rama femenina- ya no estuvo
en Estocolmo 1912 y se debió esperar hasta Múnich 1972 para su regreso.
La evolución de la arquería: Sybil “Queenie” Newall
(Reino Unido) en 1908, Doreen Wilber (EEUU) en Múnich 1972 y Chang Hye-Jin
(Corea del Sur) en Río. Todas ganadoras del oro
En los JJ.OO. de 1912 se realizó la primera
demostración de gimnasia artística. Allí, por primera vez, aparecen las
polleras hasta la rodilla, lo que generó una controversia ya que este look era
inapropiado para las mujeres. De hecho, el equipo femenino de natación de
EE.UU. fue descalificado por su look "impúdico".
El equipo de natación femenino de EEUU fue
descalificado de por su vestimenta provocativa de Estocolomo 1912
La Gran Guerra -1914 a 1919- comenzó a cambiar el
panorama. Principalmente, porque las mujeres debieron salir a trabajar para
reemplazar a los millones de hombres que fueron al frente. Esta necesidad
permitió que pudiesen, de a poco, ir variando su outfit, que buscó ser menos
acartonado, más cómodo, debido a las labores que debían realizar.
En medio de este tiempo de confusión y dolor en
gran parte del globo, las mujeres ganaban con la figura de Coco Chanel una
nueva manera de expresarse a través de la ropa. La icónica diseñadora francesa
fue responsable de uno de los grandes cambios en el guardarropa femenino, ya
que produjo una ruptura con el estilo elegante, pero poco práctico que reinaba
durante la Belle Époque al crear una línea informal, sencilla
y cómoda, gracias a la introducción del tejido de punto elástico.
Además, la eterna Coco también fue una figura a
imitar y su estilo de pelo corto, como su participación en "prácticas
masculinas" ayudó a cambiar el paradigma. Así, los vestuarios viraron más
hacia el estilo flapper: faldas más cortas, sin corsé y corte de
cabello especial conocido como bob cut.
En los Juegos de 1920, en Amberes, Bélgica, la leyenda de la
gran tenista francesa Suzanne Lenglen comenzó a brillar. Obtuvo el oro y se
convirtió en una referente, imagen que se reforzaría dos años después, cuando
saltó al césped de Wimbledon con una pollera corta, apenas por abajo de la
rodilla.
La tenista francesa con un corte de pelo “bob cut”
y el uniforme que escandalizó a la década del 20
El tenis tendría su segunda edición en la siguiente
edición –París 1924– pero luego
sufriría una ausencia notable de 64 años. Resurgió en Seúl '88, cuando la argentina Gabriela
Sabatini obtuvo la medalla de plata. Fue en la "Ciudad Luz" donde
también comenzaron a cambiar las telas. Surgieron la seda, el satén y el
algodón, en reemplazo del tejido de lana. Prendas más ligeras, más frías, que
permitían un mejor desempeño y una resistencia a las altas temperaturas. Fue el
comienzo del profesionalismo en los uniformes, en los que ya había -pocos-
diseñadores que pensaban en más en la funcionalidad y la comodidad.
En Ámsterdam
1928 ya habían comenzado los cambios sociales que le permitieron a
las mujeres poder trabajar y, en algunos países, votar. El embrión de la
liberación femenina seguía creciendo. Es en esta edición cuando por primera vez
salen al campo: tanto a las pruebas de velocidad, como de atletismo. En las
pistas, ellas utilizan camisas de manga corta como
también pantalones más cortos, hasta la mitad del muslo; mientras que
en las otras competencias se sigue manteniendo el decoro, en algunos casos.
Ethel Catherwood (oro en salto en alto), el equipo
de pista de Canadá y la alemana Lina Radke (oro en 800 metros) durante los
Juegos de 1928
La Gran Depresión de 1930 produjo que solo Los Ángeles se presentara
como candidata para albergar el evento dos año más tarde. Fue la primera vez
que hubo una Villa Olímpica, por lo que los atletas comenzaron a utilizar
ropa deportiva en su tiempo libre. También se impuso el tan deseado podio, por
lo que los ganadores fueron premiados ante el público. A partir de allí,
los uniformes patrióticos se hicieron comunes a todas las delegaciones y la
ropa deportiva comienza a ser una moda entre los civiles.
El podio de los 100 metros libres de loa Ángeles
1932. Por primera vez los deportistas fueron laureados frente al público
(PC/AOC)
Se conocen varias historias de superación
durante Berlín 1936 -en
pleno apogeo del nacionalsocialismo liderado por Adolf Hitler-. Historias
épicas que desafiaron al nazismo, como la del afroamericano Jesse Owen, que
obtuvo cuatro medallas de oro en las pruebas de 100 m, 200 m, salto de
longitud y la carrera de relevos 4×100 m en la que estaba pensada como
celebraciones de la raza aria. Sin embargo, las mujeres también dejaron su
huella, al desafiar aún más los cánones de vestimenta.
Sin dudas, la figura más destacada fue la de la
norteamericana Helen Stephens, conocida como Fulton Flash, quien
con 18 años obtuvo el record mundial en los 100 metros con 11.5 segundos, marca
que se mantuvo hasta Roma 1960. En lo que respecta al look, Stephens -y sus
compañeras de equipo- lució una camiseta más ajustada, sin mangas -por primera
vez- y pantalones cortísimos para el momento. El objetivo era claro, darle a
las atletas una mejor capacidad de movimiento y comodidad.
A las pistas en Berlín 1936, sin mangas y shorts
muy cortos
En 1936 también apareció en los uniformes la
clásica banda cruzada, que se mantendría como símbolo olímpico para muchas
federaciones, siendo aún más popular durante las décadas del 5o y 60.
La edición XIV de los JJOO -a XII y la XIII fueron
suspendidas debido a la Segunda Guerra Mundial- tuvo a Londres en 1948. Los uniformes,
además del confort, comenzaron a tener cada vez más detalles fashion, como el
cuello redondeado o con la combinación de colores entre las mangas y éste.
Tres épocas: Montreal ’76, México ’68 y Los Ángeles
’32
La natación femenina comenzó a ser practicada
a partir de 1912. Los estilos fueron cambiando de manera radical. En el caso de
los deportes de agua, se pasó de una pieza enteriza a una doble con más estilo,
aunque con los años y el desarrollo de los géneros sintéticos el algodón de
otrora le dejó lugar a la lycra y después a las fibras sintéticas, diseñadas
para resbalar el agua y que permiten un mejor deslizamiento, menor
resistencia. Sin embargo, siempre tuvieron un punto en común, buscaron ser
ceñidos al cuerpo, ya que así se realiza menor esfuerzo y se genera un efecto
hidrodinámico.
La década del '60 produjo un cambio radical en los
materiales. Los géneros sintéticos comenzaron a expandirse por todos los
deportes donde se necesitaba precisión de movimientos. Quizá el gran
cambio se notó en Beijing 2008, en el que se realizaron 43 récords mundiales en
las piscinas debido a la evolución de los trajes de baño. Aparecieron las
piezas de todo el cuerpo -desde el tobillo y con hombros cubiertos-.
La gimnasia artística -comenzó en 1928- y tomó por
muchos años los trajes de la natación: mangas cortas y una "pollera"
ajustada. Ya en los 50 el material se basó en fibras naturales, con un
cuello en V y un corte bajo hasta la cadera, tratando de acentuar la cintura.
Věra Čáslavská, ganadora del oro en 1968
En los '60 los oufits comenzaron a
tener detalles estéticos. Por ejemplo, el leotardo de la
checoslovaca Věra Čáslavská tenía un dibujo de un cuello con botones, solo
por estética, sin funcionalidad.
Nadia Comaneci (Rumania) y Simone Biles (EEUU) dos
de las grandes referentes de la gimnasia artística. En los ’80 todavía había un
predominio de un color por sobre el resto; mientras que en la actualidad la
vistosidad es la clave
A partir de los '80, la batalla de las grandes
empresas deportivas generó uniformes más vistosos, con detalles en colores,
pero siempre con las tonalidades de las banderas como eje. El uso del spandex
– material ajustable- permitió leotardos a más apretados, con menos
de costura y que mejoraban la estética del movimiento.